sábado, 28 de febrero de 2009

Deberíamos

Nosotros deberíamos coger, marcharnos a una ciudad vieja de calles empedradas y veredas angostas, instalarnos en un hotel para turistas, con una gran ventana llena de luz y cortinas libradas al azar del viento, que me dejes dormida vestida de sabanas blancas y te vayas muy temprano en la mañana a recorrer la ciudad en bicicleta: la casa de antigüedades, el herrero, la estación del tren sin tren, el muelle, la vieja dormida en su sillón de mimbre. Cerrar los ojos en la calle desierta ¿Qué te podría preocupar esa mañana? Si solo nos falta algo de fruta y una flauta de pan.
¿Me traerías flores? Creo que sólo pensarías en ello, no sos el tipo que carga flores, pero sé que me contarías sobre el puesto, sobre el florista que fuma un habano y su radio perdida en el tiempo, y sé que me harías sonreír por esa fascinación a los detalles fotográficos.
Nosotros deberíamos coger muy lejos de acá, mejor dicho del aquí y ahora, donde los verbos padecen de imperativismos crónicos y las pausas son tomadas como perdida de tiempo. Quiero recordar la última vez que vi esta ciudad con los ojos de extranjero, Buenos Aires me desarma de amor, el zoológico nos esta quedando chico y los paisanos se esconden detrás de las siluetas dormidas de los monumentos.
Nosotros deberíamos, y lo digo con la obligación que implica el deber. Sabemos que ya no quedan más túneles donde los antiguos escapaban hacia el río. La inercia de esta ciudad me está matando, maldigo a Buenos Aires y sus pretensiones de nuevo mundo, cambiamos tranvías por cocaína y reducimos el mundo a un edificio. Esta enfermera te está pidiendo silencio.

Me contaron que hay un lugar hacia al Norte donde sus habitantes aun esperan el barco que los regresaría a África. El cobayo si no gira su ruedita muere, ¿estarás dispuesto a dejarlo todo por unas noches en Limón? Sí, sé que mi propuesta te parecerá algo inverosímil y mi lenguaje soez, sabés bien lo que pienso de la función poética aplicada al romance, simplifiquemos las palabras, sólo cogiendo bien cogidos dignificamos al amor.