miércoles, 12 de enero de 2011

La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp

-A ver, otra vez, Esertia 20g, lo toma a la mañana cuando se levanta junto con un Lexatim, éste acuérdedese que es tres veces al día con cada comida, y después, a la noche un Lorazepam para poder dormir tranquila, de todas formas acá tiene todo anotado, ¿sí?-.

Silencio.

- Yo la estoy viendo en dos semanas y vemos como avanza el tratamiento, peeeerfecto, hasta luego muchachita! – el tipo no tiene idea de quién soy, ni siquiera de mi nombre y eso que lo escribió dos veces en el recetario. Distráete, andá al cine, comprá los regalos para navidad, salí con alguien, no pases por la estación si no es necesario, no mires la vía, no salgas tanto a la calle la gente está loca te puede pasar cualquier cosa ¿Qué cosa?, quiero decir, qué más me puede pasar, ver otro cadáver cercenado en el paso a nivel? A la mierda con eso, si yo no estoy mal por eso, a mí lo que me duele... qué es lo que te duele, el puto corazón, y con eso nada, por saber leerte, y no saber qué mierda hacer con ese maravilloso regalo de dios, saber cómo van a terminar las cosas, saber, saber , saber, “¡qué gracioso, va a pasar lo mismo otra vez!” , se lo dije llorando y a carcajadas. Espero que lo recuerde, aunque la marihuana prácticamente borra todos nuestros diálogos, quiero decir en él, yo prácticamente no tengo contacto con las drogas, hasta ahora que me convertí en la Srta. de Esertia-lexatim-lorazepam
-perfecto doctor, per-fec-to.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Carta encubierta

Exequias tibias, sombras verdosas , lamentos tísicos de niños barrigones.
Mujercita edulcorada, llena de miedo, llena de deseo de desposeerse… el dia es hermoso pero ya no nos pertenece.
Y vos con tu sonrisa: Tintura triste de sexo instantáneo.
El barro nos cubre las rodillas y yo no paro de correr.
Me duelen las manos por descubrirte y solo hallar conmiseraciones del tipo banal jugando a la sensiblería, transmutando al amor en la cobertura glaseada de tu pequeño mural diario de olvidos. Tengo la responsabilidad de recordarte algo: la realidad te pertenece, la realidad es de todos. Entonces, muchachitos que les repelen las palabras deber, compromiso y dolor; despierten, salgan al mundo y transfórmenlo.

lunes, 22 de febrero de 2010

Capítulo XXV L'esprit de l'escalier

En el sofá, desgajados le dije," si esto fuera una buena ficción en prosa seguiríamos tomando", y como soy muy tramposa estiré las gambas lo más que pude, hasta que se transformaron en juncos comestibles, después sentí que su rodilla accidentalmente rozaba mi pierna. Pensé, si esto fuera una buena ficción en prosa me habría besado y sacado la ropa, pero esto era mucho menos que eso, así que solo me besó.
Su cabeza rapada me hacía tantas cosquillas en las panza que ni siquiera tuve que fingir felicidad, ya estábamos adentro, ¿adentro de dónde? de esa masa neuronal que sólo algunos podemos interpretar, la gran isla desierta : es entender que hay una compañía esa noche y saberse solo (y no se puede salir). A propósito de esa frialdad un amor me dijo una vez: “no es que no puedas amar, sólo amas con capacidades diferentes” – véase también : la lisiada del clítoris, la pata de palo del coito, la no vidente de la testosterona en sabanas o la mudita de la chacón-.
En ese momento sentía que mis encías estaban listas para las pirañas, en algún lugar se que había dejado una red que me podía ayudar, traté de tantear pero la tarea se me dificultaba, Alex ya dejó de moverse. Se siente lindo tener peso encima, en invierno mi gata duerme sobre mi espalda, mi antigua novia hacia lo mismo pero ella lo llamaba de una manera particular, y hacíamos barquitos -por supuesto que siempre me tocaba ser la balsa pero no me quejaba-, era un placer sentir agua de arroz envasada y echarse a pensar que eso no podría durar demasiado, que eso era la parte feliz de una vida mierda y por qué no era al revés: la parte de mierda de una vida feliz... por qué todo no podía ser sentir peso de agua de arroz envasada y descansar y que la única parte de mierda de esa vida feliz fuera no meterse en los jardines ajenos, ni robarse la fruta ni su cerveza ni su mujer ni su hombre. Hubiera sido tan sencillo hacerlo, ahora estaríamos en nuestro departamento de la calle Ciudad De La Paz - qué otra calle nos podía tocar: una completa alegoría invertida-. De todas formas te recuerdo como la única persona que realmente me amó. Cuando nos estábamos dejando me repetías en el oído "no te lastimes Mathilda, no te lastimes" y heme aquí: con los dedos rotos y una especie de adicción a los sismos de un mínimo de 5.8 grados en la escala de Richter, oh Love, es evidente que habrás dejado de meditar por mí, puesto que tengo un ancla en la garganta del carguero más grande del mundo, te contaría los dolores que me causa los días en que se quiere escapar. Alex sigue escuchando la danza secreta de mis entrañas y pienso: este pibe no debe ser consciente que soy un odre lleno de viseras oscuras que nunca conocieron la luz, con sangre que va y viene y desechos en distintas fases de descomposición ayudados por los ácidos que mi mismo cuerpo produce. Reflexiono, la verdad que yo tampoco soy consciente, la última vez que practiqué el canibalismo me devoré -secretamente- el alma de un buen muchacho y ahora anda por la calle autoproclamándose rudeboy, ¡pobre infeliz!, pero eso no cuenta como canibalismo, me lo dijo mi consejero que tiene un sello de docto, y que por no contradecirlo le di la razón pero entre nosotros devorar un alma se trata de un caso de canibalismo avanzado.

ahora empezaba a escuchar I'M Gonna Pick Up My Toys (And Go Home) una canción bastante estúpida -teniendo en cuenta las circunstancias- sin embargo, entendía el por qué había puesto algo de soul: le encantaba verme pavonear mis pantolones mientras sacaba botellas de la heladera , ¿ese tema había estado sonando toda la noche?, debo creer en mí y pensar que así lo fue, no tenia memoria que hubiera pasado otro tema del disco- definitivamente una mala pasada: de él, del reproductor o del destino-. Repaso los últimos momentos de las últimas cuatro horas, sonrío después sonrío -esta segunda vez de los nervios- lo recuesto a Alex en el sofá, le saco los zapatos, le meto la lengua entre los dientes ni siquiera cerró los ojos. Cuando estoy bajando la escalera y por inercia saludando al portero, pienso, como en delay me llegan un torrente de acciones: alguien va a tener que limpiar el lugar, llamar al 911, ir al hospital, comerse una entrada, ...y sonrío, esta vez se me ven los dientes, ...alguien va a tener que llamar a su madre, alguien va a tener que decir "lo siento", alguien va a tener q dar una explicación larga larga larga, y sonrío, estos borcegos si que se dejan andar en la lluvia, alguien va a tener q ir a sacar esos gatos de su alrededor que están maullando como la san puta a la Muerte, alguien por dignidad va a tener que cambiarle el disco –aunque no es para nada indigno morirse con un poco de northen soul, de seguro cuando me llegue la hora se escuchara en el rington de una enfermara a billy idol (en el mejor de los casos)- y pienso: si esto fuera una buena ficción en prosa tendría que volver ...

...o no.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Diván Japonés

- Hablemos un poco de la muerte-no lo dijo en funciones terapéuticas sino dramáticas, el crescendo alcanzaría su punto mas alto al final de la sesión.

- Tengo ganas, muchas ganas- lo decía con una sonrisa para que no pudiera desambiguar si realmente tenía ganas de morirse o ganas de hablar sobre ello.



-------------------------------------------------------------------------- M Mauté.

lunes, 14 de diciembre de 2009

capitulo I: memento

Quizás era lo último que se nos podía ocurrir, pensar en el otro, pensar en las infinitas posibilidades de cruzarnos, ah y cómo no nos íbamos a cruzar si vivíamos el uno a diez esquinas del otro. Y ahí estabas, de zapatos, vos nunca usabas zapatos hasta el día que encontraste esos en el tallercito del fondo de tu casa, -de mi tío- me dijiste- o quizás de mi viejo- pero tu viejo usaba zapatillas, quién sabe de quién, y te los probaste contento y nos fuimos a un bar en el centro - para ese momento ya estábamos separados pero juntos, persiguiendo la nicotina de la renuncia, un puro andar juntos para olfatear la libertad-. Me acuerdo que puteaste todo el camino de vuelta y que después tenías el dedo gordo morado y en la cama yo no paraba de amasar con los pies y te rascaba un poquito hasta que te rozaba el dedo y otra vez el mar de puteadas. Pensé que nunca te los volverías a poner.
Y ahí estabas, de zapatos, de esos mismos zapatos, pensé en el dedo, en la cama, pensé en tu tío, en tu viejo en zapatillas, en el rosario de puteadas que te mandaste por toda Paseo Colón y estabas más hermoso que nunca. A dónde ibas, la respuesta era obvia, por qué nos teníamos que encontrar, mucho más.
Queijo de-puta, que-hijo de-re-mil-puta, como una proxeneta de las puteadas, las dejaba relucir a los transeúntes, las manoseaba delante de todos, las humillaba y las enaltecía y te las ofrecía en un sacrificio degradante, te puteaba para no desearte una buena vida particularmente feliz, particularmente sin mí.
Esa noche me llamaste y terminamos hablando de cómo no hablarnos más, de cómo dejar de querernos porque nos queríamos por demás, de cómo debíamos –como si el deber tuviera algo que ver con el amor- comportarnos a partir de ahora, respetarnos en la ausencia, cuidarnos de nuestras presencias, esa noche nos convertimos en los reyes del oxímoron. Me acuerdo que no querías cortar la llamada y que yo te terminé hablando de la metáfora de la enamorada del muro que mi vecina la terminó matando con kerosene porque le traía humedad a sus paredes. Kerosene a la planta, kerosene al amor, todavía me cuesta admitir cuan mentirosa soy a veces: el amor no es una planta y hay cosas que no se pueden matar voluntariamente.

viernes, 11 de diciembre de 2009

social distraction

Ella sale, respira, siente cada vocal que pronuncia como un requiebre duro de puro costillas y lágrimas.
Unas pieles se entrecruzan entre la diminuta presencia y la magnificencia de un dolor-sangre.
Boca muerta: ¡di tus palabras y termina de joderme la noche!
mientras la otra, ay pobrecita boca enamorada, intenta absorber la hemorragia.
Y mi boca? Mi boca esta ahí, asistiendo a la penosa bacanal oscura, sexo en un funeral. Pero ya nadie tiene en claro:
quién es el muerto
quién es la muerte
ni a quién lloramos.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Amor por folletín

Ser petulante me llevo a circunscribir a distintos emblemas:
Amar a contraentrega
Sopesar la búsqueda de bocas con el procedimiento “si y sólo si”
Dejar de ser petulante.